Detrás de la masacre militar a un pueblo instalado en una zona estratégica del país aparecen intereses comerciales y políticos, negocios personales y privados, bajo la bandera de la libertad. Esto es lo que el escritor uruguayo Diego Fischer documenta en “El precio de una traición” (Planeta). Fischer vino a presentar su nueva obra y dialogamos con él.
Periodista: ¿Qué tiene que ver con la Argentina la masacre de Paysandú, de 1865, más allá de que Gardel le cantó a “la Troya americana”?
Diego Fischer: Mucho. Más allá de que Gardel cantaba los versos de “Heroica Paysandú” del payador porteño Gabino Ezeiza. Los jefes de los dos ejércitos de orientales que se enfrentaron tienen una profunda raigambre argentina, con los argentinos y con las luchas argentinas. En el conflicto el bando agresor, conducido por Venancio Flores, contó con el apoyo de Bartolomé Mitre. La defensa de Paysandú es un hito histórico, la defensa hasta el último aliento de la idea de la independencia. Fue una masacre de quienes, junto al caudillo Leandro Gómez, dieron su vida por defenderla.
D.F.: Un Brasil codicioso quería reinstalar la Provincia Cisplatina, volver a adueñarse de lo que hoy es el Uruguay. Algo de mucho interés para los hacendados de Rio Grande del Sur. Por su parte, la recién nacida Argentina, timoneada por Mitre y Sarmiento, quiere extender su soberanía sobre el territorio oriental. Gómez, cómo había aprendido de Artigas, reclamaba la total independencia de los países, para luego formar la Patria Grande.
P.: ¿Gómez fue el militar federal que apoyó a Dorrego y enfrentó a Lavalle?
D.F.: A los 16 años su padre, un rico comerciante –que tuvo 18 hijos, por eso hay tantos Gómez en nuestros países- lo manda a Leandro a dirigir el almacén de ramos generales de Buenos Aires. Acá conoce a Manuel Oribe, amigo y aliado de Juan Manuel de Rosas, que estaba viviendo en el exilio. Oribe lo prohija, lo inicia en el terreno militar, en el político y en la masonería. Lo vuelve artiguista. Cuando Oribe, en la Guerra Grande, sitia Montevideo, designa al militar Leandro Gómez para encargarse de los departamentos del norte, Salto y Paysandú. Y Gómez en Paysandú realiza obras edilicias y toma decisiones de un fuerte compromiso social. Es en ese momento en que se produce el levantamiento de Venancio Flores.
P.: Se lanza en la Revolución Libertaria.
D.F: En lo que él llama la Cruzada Libertadora, copia ese nombre para que la gente crea que su revolución se asemeja a las de nuestros heroicos 33 Orientales, cuando sus propósitos son otros (los 33 liderados por Oribe y Lavalleja, fueron contra los brasileños para reincorporar la Banda Oriental a las Provincias Unidas del Río de la Plata). A Venancio Flores lo guía una ambición desmedida de poder. No le importa que deja de lado ni que entrega para alcanzar su perspectiva de convertirse en dictador del Uruguay. Lo logrará, pero le durará muy poco.
P.: Mitre, que es amigo de Flores, ¿lo ayudó?
D.F.: No sé si tenían amistad, pero tenían buen trato. Mitre lo había conocido en la época de Rosas cuando estaba en el exilio en Montevideo. Habían coincidido durante la Guerra Grande y ambos militaban en el liberal Partido Colorado. Cuando Flores le cuenta de su Cruzada, como la bautizó en un delirio de grandeza, llevando hasta estandartes como los de las Cruzadas, Mitre le dice: lo que usted va a emprender es una locura, sin embargo, le entrega una embarcación. Cuando Berro, el presidente oriental de ese momento, le pregunta sobre la revolución de Flores, Mitre le dice que él no tiene nada que ver. Sin embargo, tiene que ver con los hechos logísticos. Le entrega armas a Flores, no se las regala, se las vende. Y Flores las paga con dinero que le entrega el brasileño Barón de Tamandaré luego de firmar un pacto.
P.: ¿En que constaba ese pacto?
D.F.: Los documentos están impresos en “El precio de una traición”. El pacto consta de tres partes: Tomar Salto y Paysandú donde están las últimas fuerzas de Oribe, luego tomar el Montevideo de Oribe y encumbrar a Flores, y por último ligar las fuerzas sumando las de la Argentina y lanzarse contra el Paraguay de Solano López, en la que sería la infame Guerra de la Triple Alianza.
P.: ¿Qué intereses mueven a Brasil?
D.F.: Mantener la esclavitud y poder usar el puerto y aduana de Montevideo. Con Oribe primero, en 1824, y con Berro en 1860, se había abolido la esclavitud y los negros huían en tropel de Brasil hacia la Banda Oriental. Los estancieros de Río Grande del Sur que vieron que perdían su mano de obra gratis, le pidieron a Pedro II que arreglara ese asunto. Y el emperador de Brasil le ordenó al Barón de Tamandaré, almirante de la escuadra nacional, que lleve la flota al Río de la Plata. Las enormes tropas brasileñas que acompañan a Flores están comandadas por hijos de los terratenientes más poderosos de Río Grande del Sur, Barreto, Osorio, Mena Neto. Bajo la bandera de Revolución de la libertad salieron en busca de esclavos.
P.: ¿Qué pasaba por entonces con Paysandú?
D.F.: Era una ciudad urbanizada, sin pobres, con saladeros, un puerto modelo. Su prosperidad ofrecía un futuro promisorio. A pesar de su pequeña población tenía vicecónsules de Francia, España, Inglaterra, Argentina y Brasil. Pero, ante los avances de Flores, Montevideo se tiene que defender con lo que le queda, Paysandú.
P.: ¿Cómo hizo Leandro Gómez?
D.F.: Convirtió Paysandú en una ciudadela de resistencia. Reunió unos mil hombres y les pidió, juremos “independencia o muerte, compañeros”. Y así decidieron a enfrentar, en defensa de la república y la dignidad nacional, a las cañoneras brasileñas y los ejércitos mancomunados. El primer disparo de la cañonera hizo volar en mil pedazos la Estatua de la Libertad del centro de la Plaza de la Constitución, que se había traído de Italia. Ahí comienza la epopeya, la defensa corajuda e inquebrantable y la imperdonable masacre.
Fuente: https://www.ambito.com/espectaculos/diego-fischer-revive-una-apasionante-epica-uruguaya-n6020687