Es sintomático que los peronistas pampeanos vivan cuestionando obras alentadas en Mendoza por presidentes de la Nación de ese mismo partido.
En el caso de El Nihuil, el dique fue terminado en 1947, en el primer gobierno de Juan Domingo Perón. Y el freno a la represa Portezuelo del Viento sobre el río Grande, en Malargüe, fue un proyecto alentado por el presidente peronista Néstor Kirchner y acordado en 2006 con el gobernador Julio Cobos como parte del resarcimiento económico a Mendoza por los daños que le produjo la promoción industrial en las provincias vecinas a la nuestra.
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Los pobres
“La cosa es exactamente al revés de lo que dicen en La Pampa”, aseguraba Abihaggle, para quien lo verdadero era la constante política de presión de La Pampa ante los gobiernos nacionales (sobre todo los de signo peronista) porque los dirigentes pampeanos se habían dado cuenta de que “la queja permanente” les había resultado una forma productiva de obtener recursos nacionales sin lucirse demasiado en la gestión dentro de su provincia.
Abihaggle, que además de titular de Irrigación fue ministro de Obras de Mendoza, embajador argentino en Chile, docente universitario y destacado legislador tanto nacional como provincial, sostenía que los funcionarios de La Pampa insistían en promocionarse como pobres pese a tener una parte de su territorio dentro de la lluviosa Pampa Húmeda (de 600 a 800 milímetros anuales), beneficio de la naturaleza que Mendoza no posee con sus escasos 200 milímetros de precipitaciones al año.
Nos recordaba asimismo este economista mendocino que dicho sector de la Pampa Húmeda les había permitido a los quejosos funcionarios pampeanos verse beneficiados por la revolución agrícola experimentada en el país por el sector de los granos en los últimos 30 años.
Con paciencia y actitud docente, sin esas ínfulas lacerantes de algunos de sus colegas de la política que prefieren la chicana y el ariete desprestigiador, Abihaggle aseguraba que en realidad a la provincia de La Pampa “el agua le sobra” pero no la sabe utilizar.”Tienen uno de los ríos más caudalosos de la Nación, el río Negro, en la frontera sur de esa provincia, al que nunca han utilizado”, afirmaba.
“Territorio hostil”
Los gobiernos peronistas de La Pampa han contado con el apoyo de todas las administraciones de Cristina Kirchner al punto de que la caída del proyecto de la presa Portezuelo del Viento fue el resultado de las trabas que las provincias peronistas del Comité Interjurisdiccional del Río Colorado (COIRCO) le pusieron a Mendoza, movida que contó con el decidido aval militante del presidente Alberto Fernández, quien consideraba a Mendoza “territorio hostil” durante su olvidable presidencia.
Al analizar la disposición de la Corte Suprema a favor de La Pampa entre 2018 y 2020, que obligó a Mendoza a entregar una dotación de agua mínima permanente, Abihaggle consideró que el tribunal había tenido una “posición ambientalista extrema, que es contraria a la visión moderna a favor de la gestión integrada de los recursos, visión que contempla por igual los aspectos ambientales con los del desarrollo humano, social, económico y de empleo”.
Sin pretender alzarse contra ese fallo judicial ni mucho menos ignorarlo (cosa que sí hizo La Pampa cuando hubo aspectos que no la favorecieron), Abihaggle consideró que la Corte había “hecho lugar a planteos pampeanos que eran atípicos e inaplicables en disputas jurisdiccionales”. En esa disposición la Corte estableció, además, un plan de obras para la recuperación de aguas que se debía cofinanciar entre Mendoza, por un lado, y la Nación y La Pampa, por el otro.
Abihaggle solía recordar que los pampeanos y el gobierno nacional se negaron a cumplir esa disposición. Mendoza pidió entonces que se abriera una instancia de peritajes serios. Un tiempo antes de morir advirtió que nada de eso había avanzado. Obviamente, en el relato que ha instaurado La Pampa y que machaca en las escuelas y en los medios, los únicos malos somos los mendocinos. Pero eso ha empezado a hacer agua.
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Ziliotto en apuros
El gobernador pampeano, Sergio Ziliotto (PJ), reelecto en las últimas elecciones, quien ya no tiene palenque peronista dónde rascarse en la Casa Rosada, ha vuelto a pivotear su gestión centrándose en la lucha contra la maldad mendocina que no los deja crecer.
Esa situación ha obligado a Ziliotto a poner su provincia en emergencia debido a los achiques de transferencias que sufren todos los estados federales del país, en particular los que venían zafando con las ayudas discrecionales y los aportes del Tesoro y que no se ocupaban demasiado de su saneamiento fiscal.
¡Cuánta razón tenía Abihaggle cuando repetía en estos últimos años que Mendoza debía hacer “conocer mejor su posición acerca del diferendo con La Pampa por las aguas del Atuel”! Según explicaba, “en ello está en juego el esfuerzo y el trabajo de los habitantes del sur mendocino”. Una tarea que podría simplificarse mostrando las formas de gestión de las dos provincias, no sólo en lo institucional.
Por ejemplo, Abihaggle nunca dejó de ser peronista, pero sabía que Mendoza estaba primero que el partido.
Así es como solía recordar que en los últimos 50 años Irrigación y las inspecciones de cauce del río Atuel habían invertido 50 millones de dólares en obras de mantenimiento en tanto que el Gobierno de Mendoza había construido cuatro tramos del canal marginal del Atuel, además del acueducto que lleva agua a las localidades pampeanas de Santa Isabel y Algarrobo del Águila, agua mineral de manantial que avispados “emprendedores” pampeanos envasan y venden como si fueran ellos los propietarios del acueducto, según acaba de denunciar el gobierno mendocino.
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