Los hechos fueron demostrando que el escenario de paridad no se permitía una sola ausencia: el empate en general obligó a la vicepresidenta Victoria Villarruel a ser Julio Cobos por un rato pero al revés, ella se puso del lado del oficialismo mientras que en la 125 Cobos con su “no positivo” se convirtió en el principal opositor a Cristina Fernández.
Suarez habrá llegado seguramente a sentarse en su banca con las energías al límite por una afección menor que lo tuvo decaído y con barbijo ese día pero la ausencia de un solo aliado hubiera representado, sin más, una catástrofe para el oficialismo.
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A De Marchi ya lo echaron
El trabajo de Guillermo Francos de varios días de caminar pasillos del Senado fue laborioso y dio sus frutos. El jefe de Gabinete ya se convenció de que Omar De Marchi no debe seguir donde está, no es de su confianza y considera que no hizo su trabajo. Podría recalar allí una ex diputada macrista amiga de Francos.
La Libertad Avanza tiene un bloque muy flaco de apenas siete senadores sobre un total de 72. No obstante pudo lograr una mayoría ajustada pero efectiva que le permitió a las 23.11 del miércoles, cuando se habilitó el voto electrónico y tras una espera electrizante en la que todos creían –por los poroteos previos— que sería 36 a 36, la pantalla mostró un inesperado 37 a 35.
Cuando los senadores oficialistas y aliados se disponían a festejar la impensada victoria y Villarruel respiraba aliviada porque se ahorraría un desempate “que la historia me juzgue” style, una senadora santacruceña gritó: “¡Mi voto es negativo, la pantalla muestra un error!”
Se volvió a votar dos veces, ambas votaciones salieron 36 a 36. El rito legislativo obliga a que, en casos de empate, el cuerpo deba ratificar o rectificar esa voluntad y sólo en caso de que el empate persista en la segunda vuelta, es el presidente del cuerpo -en este caso la presidenta- quien debe desempatar.
Despegar de madrugada
La sesión continuó hasta bien entrada la madrugada del jueves. El Presidente tuvo que esperar la votación porque se sabía del desempate y sin él en el país, Villarruel debía asumir la presidencia y dejar esos minutos el Senado en otras manos y todo hubiera caído.
Una vez votada la ley, festejó con sus perros, les dio un beso en el hocico a cada uno y se subió al helicóptero que lo trasladó al aeropuerto para abordar el avión presidencial que lo llevó por tercera vez en seis meses de gestión a Europa.
Aliviado, ordenó a su tropa comunicacional que anunciara con bombos y platillos el triunfo legislativo y pidió que se exagerara el relato de lo que había pasado puertas afuera del Congreso. Para el comunicado oficial, se había intentado “un golpe de Estado”.
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El picante les queda mal a las palabras
No deberíamos normalizar la idea de que un golpe de Estado es como comprar caramelos. Cientos de medios internacionales siguen las redes oficiales del gobierno y del Presidente y pueden reflejar una realidad amañada o mentirosa. Sucedieron episodios muy graves que de ninguna manera encuadran dentro de lo que se puede considerar una amenaza que pusiese en peligro la democracia. Pero bueh, así están las cosas.
Mientras, puertas adentro del Senado, el oficialismo seguía retocando sobre la marcha varios puntos de la ley (al proyecto original se le podaron más de 400 artículos) sobre todo los referidos al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones, más conocido como RIGI, para no perder en particular ninguno de los votos que le brindaron una victoria pírrica, o para sumar algunos otros.
Ese tipo de regímenes, onda RIGI, no es novedoso: Bernardino Rivadavia, Julio Roca, Bartolomé Mitre, Domingo Sarmiento y más cerca en el tiempo Carlos Menem y Mauricio Macri intentaron políticas económicas similares con incentivos para capitales foráneos que pocas veces funcionaron como se publicitaron: las empresas suelen venir por los recursos naturales y/o estratégicos argentinos con promesas de derrame que nunca se cumplen.
En la historia del Senado hay un hecho luctuoso por “regímenes especiales” cuando intentaron asesinar a Lisandro de la Torre por denunciar las oscuridades del Pacto Roca–Runciman, un acuerdo que beneficiaba a empresas de bandera británica. La bala impactó en Enzo Bordabehere, compañero de bancada de De la Torre, y terminó con su vida. Fue el 25 de julio de 1935. Otros tiempos.
Oh-la-la, París
A la costura del acuerdo con los senadores le sobró cotillón: una senadora que estaba en contra de la ley hasta antes de ayer, dejará el Senado para convertirse en embajadora del país ante la Unesco.
Un cargo cómodo, que se ejerce cerca de la Torre Eiffel en París y que le garantiza un sueldito de 12 mil euros que no paga Ganancias.
Otra senadora planteó si ese voto era válido o había que impugnarlo “por posible cohecho”. Pero quedó en una buena intención, su voto fue válido y clave.
Por suerte para quienes vivimos en el interior del interior, Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino y los medios públicos fueron excluidos del paquete de empresas a privatizar. Igualmente, eso no garantiza que las políticas de asfixia, cierre de sucursales con despidos de personal, quita de presupuestos y menos vuelos para algunos destinos no sigan ejecutándose como hasta ahora.
Empieza un nuevo país con esta ley. El Presidente votado por una enorme mayoría de los argentinos logró un triunfo que lo hizo más feliz que cinco perros con dos colas cada uno. Veremos cómo sigue esta novela con pasajes para todos y todas que se llama Argentina.
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