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El Régimen de Regularización de Activos (“RRA”), denominado “blanqueo” en la jerga cotidiana, que trae la Ley de Medidas Fiscales Paliativas y Relevantes, resulta muy conveniente para los ciudadanos y el país.
Previo a todo, es necesario dejar en claro que el blanqueo es para dinero “negro” -aquel que no pagó impuestos-, nunca para el dinero “sucio”, siendo el origen de este último la actividad ilícita (narcotráfico, tráfico de armas, trata de personas, etcétera).
Para el dinero negro la ley ofrece una posibilidad de eximición de las obligaciones oportunamente incumplidas y de las sanciones asociadas, a cambio del pago de un impuesto especial de regularización. En cambio, el dinero sucio no tiene cabida en el régimen.
Respecto del dinero negro, no hay que desconocer que en muchos casos nació “blanco”, producto de la actividad que pagó impuestos (sueldos, el producido de un comercio), pero por las restricciones a adquirir dólares -por ejemplo- se hizo “negro”. Resulta así que son las restricciones preexistentes las que en algunos casos impulsan este tipo de regímenes de blanqueo.
A continuación, los principales aspectos del blanqueo que resulta necesario conocer:
¿Tendrá éxito el blanqueo? Para el éxito necesita tres elementos: confianza en el Gobierno, “palo” y “zanahoria”. Lo primero es muy personal de cada ciudadano.
La “zanahoria” viene de la mano de la reducción del impuesto sobre los bienes personales a partir de 2023 y del Régimen Especial de Ingreso (REIBP), a través del cual un sujeto paga por adelantado el impuesto sobre la base del 2023 y se libera por cuatro años de este gravamen. Misma zanahoria tuvo el blanqueo de Macri (2016/2017), que logró la exteriorización de US$116.700 millones.
El “palo” –léase “percepción de riesgo” por parte de los contribuyentes– en el blanqueo de Macri fue la implementación del intercambio multilateral de información financiera de manos de la OCDE, que se iba a iniciar en 2017 y así sucedió. Este blanqueo de Milei es muy cercano a la fecha del primer intercambio de información financiera con Estados Unidos a través del régimen FATCA, cuyo acuerdo bilateral fue firmado en diciembre 2022 por Massa. La vigencia de este acuerdo está reconocida por la Secretaría del Tesoro de los EE.UU. y su autoridad fiscal (IRS), además de nuestra AFIP, claro está.
Martín Caranta