Casi como una crónica con final anunciado, el Gobierno formalizó la incorporación de Federico Sturzenegger al Gabinete con un ministerio inusual para la estructura del Ejecutivo argentino: Desregulación y Transformación del Estado.
El Boletín Oficial enumeró 27 funciones asignadas a esa nueva cartera, pero el alcance de los cambios que puede generar en la economía para muchos continúa con signo de interrogación.
“Es uno de los economistas más reconocidos del país”, celebraron en la Jefatura de Gabinete, a cargo del “ministro más político”, Guillermo Francos. Las definiciones económicas las brindaron colegas de Sturzenegger que destacaron su potencial, pero encendieron una alerta sobre posibles choques con otras áreas de Gobierno.
En este sentido, proyectaron que su ascenso en el poder puede provocar efectos positivos en la micro a mediano plazo y, al mismo tiempo, advirtieron sobre la importancia de delimitar sus funciones porque “si se empiezan a mezclar responsabilidades y recelos, es para quilombo”, según definió un exministro.
A propósito de la división de tareas, hace un mes en una disertación en el Hotel Hilton, Sturzenegger respondió a una pregunta del público sobre dolarización: “Yo hago desregulación, los temas de la macro son para el ministro (Luis Caputo)”.
En sintonía con el ímpetu desregulador, uno de los economistas más consultados por el círculo rojo le puso GPS al radar de impacto de Sturzenegger. Alejó el Waze de la estación llamada “la macro” y lo ubicó en el barrio donde reside “la micro”, donde puede provocar cambios.
“Si actúa bien, va a generar un efecto en abaratar el costo argentino”, indicó. En esta misma línea, señaló que las medidas que podría impulsar el nuevo ministro eliminarán trabas que “tienden a ayudar en la micro” y, al suprimir burocracias, ahorrarán plata al Estado. A su vez, descartó que el impacto de esto pueda sentirse de inmediato sino a mediano plazo.
Vinculado al radar de acción del nuevo ministro, otro economista que pasó por la botonera del Estado consideró que si “se restringe a su área, puede ayudar a la estabilidad”.
En simultáneo, valoró que puede “potenciar la profundidad de las reformas”. En consecuencia, aparecen en el horizonte la implementación de la Ley Bases, así como también el diseño de la denominada “ley hojarasca”.
Fuentes oficiales describieron a LA NACION que la “hojarasca” contiene un compendio de leyes denominadas “inútiles” y “viejas”, ya que se arrastran, en su mayoría, desde la época de la dictadura.
En total, este proyecto, cuya autoría la atribuyen a Sturzenegger, buscará derogar 80 leyes de distintas áreas reguladas que inaugurará un nuevo capítulo en el vínculo del Gobierno y el Congreso dentro de la historia iniciada con la Ley Bases.
En una de sus últimas apariciones públicas, Sturzenegger había hablado de un “triángulo de las Bermudas” que asedia a la Argentina. El ahora ministro ubicó en sus tres vértices a “la corporación empresarial, la sindical y el partido peronista”. Sobre este último, lo calificó como “el gestor de la casta”.
La estrategia de Sturzenegger para combatir a estos “agentes bloqueantes”, tal como los definió, es quitarles poder. De esta manera, identificó que “la criptonita” de la aludida “corporación sindical”, según su visión, es “la caja”. En este sentido, dirigió su mirada hacia el porcentaje del salario de trabajadores registrados no sindicalizados que igual llegan a las arcas de estas agrupaciones laborales.
Vinculado a “la corporación empresarial”, la hoja de ruta del “ministro desregulador” marca un sendero de “libre competencia”. Y en relación con el tamaño del Estado o, dicho en otras palabras, el asunto del empleo público, se lo escuchó más de una vez mencionar el calificativo “ñoqui”. Por eso, cuatro semanas antes de llegar al Gobierno como ministro, Sturzenegger habló de la necesidad de impulsar procesos de ingreso a la Administración Pública por idoneidad y no por conveniencia política o vínculo familiar.