Buscamos generar espacios habitables, respetuosos, inclusivos para la diversidad, a partir de un plan integral que aborda los diagnósticos y planes de acción acordes a cada espacio de trabajo.
El 28 de junio de 1969, en el Bar Stonewall Inn de Estados Unidos, se escribiría una pieza fundamental de los avances en derechos humanos del siglo XX. Frente a una avanzada policial, trans, travestis, lesbianas, gays y bisexuales que se hallaban en ese bar-refugio se dispusieron a resistir, ese día y los sucesivos, para salir de las sombras. Stonewall marca un quiebre en la visibilidad de la lucha por la dignidad de las personas LGBTI+, aún cuando no es el principio ni el final. Desde Grow- género y trabajo, recordamos esta fecha, pensando en la vigencia que aún tiene.
La vigencia de los desafíos
El crecimiento global del movimiento LGBTI+ consolida conquistas entre los 90 y los 00: desde salir de la lista de enfermedades de la OMS (en 1990 la homosexualidad, en 2018 la transexualidad), a derechos específicos que significaron saltos en la construcción de ciudadanias LGTBI+: matrimonio igualitario y leyes que respeten la identidad de género. Sin embargo, en la actualidad, sigue vigente la lucha por el orgullo. Muchos de los elementos estructurales de la desigualdad explicada por motivos de identidad de género, aún no se han desarmado. Incluso, una gran cantidad de países aún no han aprobado estas leyes nodales.
A su vez, durante los últimos años, asistimos a un crecimiento de la resistencia anti LGBTI, que durante un tiempo pareció marginal y de ciertos nichos conservadores, pero actualmente pareciera ser socialmente aceptada. Esta resistencia está traducida en discursos de odio, que perpetúan prejuicios y son la antesala para ataques y violencias. Esto lo vemos traducido en el desmantelamiento de toda política pública con foco en revertir las desigualdades que nos atraviesan como colectivo, como en la presencia mediática y en redes sociales de expresiones odiantes radicales. En Argentina, un punto ineludible en esta agenda fue el ataque perpetrado en mayo contra 4 lesbianas en el barrio de Barracas, que derivó en el lesbicidio de 3 de ellas.
El desafío para los espacios laborales
Desde Grow- género y trabajo diseñamos el programa “¿Quién puso este armario en mi oficina?”, que busca poner sobre la mesa una pregunta incómoda: ¿Qué barreras existen en los espacios de trabajo para que una persona pueda expresar sus deseos, orientación, expresión o identidad de género en plena libertad? Esta pregunta resulta fundamental porque, al final de la cuenta, termina expresando los costos económicos que tiene ser parte de la diversidad sexual.
El armario, lejos de ser una estructura autoconstruida para vivir seguro, es una coraza que las personas LGBTI+ debemos construir para atravesar entornos inseguros. El armario es el lugar para escondernos cuando la sociedad, a través de insultos, chistes, normativas o costumbres, marca el límite de lo deseable. Nos dicen: nadie quiere un hijo o hija o hije de la diversidad. Pero tampoco nadie quiere un empleado, una compañera, o un líder de estos colectivos.
No alcanza con tolerar, ¡Celebremos la diversidad!
La misión de este siglo no es generar espacios “tolerantes” pues esto trae consigo una carga negativa de la diversidad, como una planta que tolera la falta de agua. Buscamos generar espacios habitables, respetuosos, inclusivos para la diversidad, a partir de un plan integral que aborda los diagnósticos y planes de acción acordes a cada espacio de trabajo, acompañado por sensibilizaciones y capacitaciones para cada equipo. Los espacios laborales pueden acompañar procesos de liberación, derribando los armarios desde afuera, o ser un obstáculo más.
(*) Líder de proyectos de formación y del programa de diversidades de Grow- género y trabajo
Fuente: https://www.ambito.com/opiniones/el-orgullo-como-agenda-trabajo-n6020457
