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En la izquierda y el “progresismo” habitan dos mitos opuestos acerca de esa parte del espectro económico, social y político que se simplifica como “derecha”, quizás sea hora de superarlos y encaminarse a una mayor riqueza en el análisis.
¿Berreta?
Un orden de creencias es el de que Argentina tiene una derecha sin proyecto de país, insensible a los problemas sociales reales, desconocedora del “pulso” de la sociedad, incapaz de entender al principal movimiento popular, “berreta” en suma.
Y en el límite, incapaz de captar e interpretar los auténticos intereses estratégicos de la propia clase dominante. Allí están los cuestionamientos al supuesto empresariado “productivo” y orientado al mercado interno que sigue a las gestiones neoliberales sólo por “dogmatismo económico” (Atención: No comparto esta última visión, la describo como base para la crítica.)
A la hora de evaluar a los “comunicadores” se toma el ejemplo de Eduardo Feinmann o Luis Majul. Si se trata de apreciar (o mejor dicho”despreciar”) a sus intelectuales es el momento para burlarse de Alejandro Rozichner o Santiago Kovadloff.
¿Brillante?
En el campo contrario se repite hasta la fatiga que la derecha está “siempre unida” y “es la única que la tiene clara”, aún frente a las evidencias más flagrantes en sentido contrario. Se destila contrariada admiración hacia “cuadros” que se supone egregios y se reconocerá en tono compungido la envidia de no contar con valores similares en las filas propias. “Son todos brillantes”, se afirma.
Se repetirá que los mejores libros de historia argentina son El orden conservador de Natalio Botana o los trabajos de historia económica de Pablo Gerchunoff. Se erige un “monumento” a La Nación y se leerán con atención deferente las columnas de Carlos Pagni (muy lúcidas e informadas, por cierto).
Los seguidores de esta línea se mostrarán contritos ante la supuesta comprobación, “ellos ganan siempre” y en algunos casos pontifican que no hay que adoptar actitudes radicalizadas porque “los muertos siempre los pone el pueblo”.
Una reflexión posible ¿y plausible?
Tal vez sea la hora de pensar que la realidad es más diversa y compleja. De aceptación de que la evidencia de que en el “arriba” social de nuestro país coexisten la inteligencia y la estolidez; la habilidad y la torpeza, las interpretaciones lineales y simplistas con los análisis finos y capaces de comprender tanto lo inmediato como el largo plazo.
Que conviven en las miradas conservadoras las convicciones sólidas con corrupciones manifiestas y elementales. Que hay empresarios que se preguntan sobre qué hacer en la próxima década en el país y en el mundo y otros que corren desesperados detrás de la ganancia inmediata sin preocuparse ni de sus compañeros de clase.
A riesgo de que cultive mi propia versión del pesimismo creo que sería un gran paso adelante la renovación y el fortalecimiento en la comprensión de estos fenómenos. Quizás hasta haya que releer ¿Cómo domina la clase dominante?, aquel libro iluminador de Goran Therborn.
Y por supuesto, se requiere la atención a los análisis sobre los dueños del poder de alcance universal de Antonio Gramsci. Y los de varios valiosos pensadores de nuestro país, de izquierda y además de nacionalistas que supieron incorporar el marxismo como parte de su bagaje teórico y práctico. Y no dejar en el olvido a otras figuras del pensamiento revolucionario mundial cuya valoración no es tan extendida como la del dirigente y teórico italiano.
Es muy probable que la orientación teórica y política, la organización del campo propio y la articulación de una “visión del mundo” que pertenezca de verdad a los partidarios de la transformación y se defienda con decisión no pueda aguardar por más tiempo a que entendamos más a fondo qué y a quiénes tenemos en el campo adversario.
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Fuente: https://tramas.ar/2024/07/02/argentina-derecha-berreta-o-derecha-brillante/