![](https://tramas.ar/wp-content/uploads/2024/06/aprobacion-ley-bases.jpg)
Pese a las humillaciones del presidente y las torpezas de sus operadores políticos, el gobierno consiguió el apoyo del radicalismo, el bloque de Pichetto, y la Coalición Cívica para aprobar la ley Bases y las leyes fiscales. La ofensiva mileista obliga a replantear alianzas.
Brasil ha legado a la política la caracterización “direita envergonhada” (derecha avergonzada) para identificar a elites provinciales y partidos de derecha que no se hacen cargo de su filiación política, afirmando que son de centro. En la Argentina esas mismas fuerzas intentaron ser representadas por Sergio Massa cuando las llamó “la ancha avenida del medio”. Pero no solo Massa, también los dos candidatos electorales anteriores del Justicialismo: Daniel Scioli y Alberto Fernández, pueden ubicarse dentro de ese supuesto “centro político”. La peregrinación de Scioli del justicialismo al mileísmo, tan condenada, anticipó la conducta parlamentaria de ese espacio político que se autodenominan “de centro” o “provincialistas”. La Ley Bases fue aprobada con votos de legisladores de Neuquen, Rio Negro, Tierra del Fuego y Misiones, Salta y Tucuman, impulsados por gobernadores que llamaron a votar a Sergio Massa en la segunda vuelta. En provincias donde estos partidos no gobiernan, también hubo deserciones, como la del senador correntino Carlos «Camau» Espínola.
La estrategia de entregar la candidatura presidencial a la “derecha avergonzada”, que acordó el justicialismo en las elecciones de 2015, 2019 y 2023, demostró toda su ineficacia con el gobierno de Alberto Fernández, que en muchos aspectos se constituyó en una continuidad del gobierno de Macri, aumentándolos niveles de indigencia, pobreza y desigualdad social, vaciando el contenido de las consignas de mayor inclusión social y ampliación de derechos.
Frente a la evidencia de que hoy nos gobierna una derecha desvergonzada, que ha hecho de la provocación una herramienta eficaz para crear un imaginario disruptivo con la vieja política, y la necesidad de frenar ese avance que nos conduce a una catástrofe económica, resulta urgente replantear alianzas.
Por el lado del justicialismo esta iniciativa parece estar trabada por la disputa política entre el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, que aparece como el referente con mayor poder territorial para generar una candidatura presidencial para 2027, y la Campora, liderada por Máximo Kirchner que a falta de méritos propios, trata de arroparse como mensajera de Cristina Fernández. Con falta de iniciativas políticas, casi toda la atención y expectativas del justicialismo están puestas en que el fracaso del plan económico de Milei y Caputo, aporte escenarios más favorables.
Puestos los movimientos territoriales a la defensiva por la agresiva política de judicialización del gobierno, queda como fuerza social, con posibilidad de dar batalla, el sector del sindicalismo que lideran el camionero Pablo Moyano, el metalúrgico Abel Furlan y el bancario Sergio Palazzo. En ese sector pueden sumarse líderes sindicales como Daniel Yofra de los aceiteros y Alejandro Crespo del Neumático, regionales del interior y de la CTA. Pero en el sector sindical tiene también mucha presencia los sectores conciliadoresr cuyos máximos representantes son los dirigentes de UPCN, La UOCRA y Empleados de Comercio, y que no están dispuestos a emprender ninguna batalla.
Por el lado de la izquierda representada en el FIT, resulta indiscutible que han enfrentada y sin fisuras la Ley Bases y las políticas de despidos del gobierno. Siguen sin aportar iniciativas para ampliar un frente político que de mayores posibilidades para enfrentar a Milei. La disputa interna entre los partidos que integran el FIT, donde todos los contendientes se corren por izquierda, da menos margen para que puedan plantear propuestas más audaces.
En otros sectores de la izquierda, más fragmentada y con menor incidencia, han surgido algunas iniciativas que intentan articular esfuerzos dispersos privilegiando lo político. La convocatoria a la construcción de una Agenda de los Pueblos ha sido una actividad en esa dirección que convocó a un puñado de organizaciones y ha generado expectativas en sectores de la militancia.
Percibimos un cambio de etapa con alcances todavía no previstos, donde la resistencia a las políticas del gobierno afronta distintas tensiones. La aprobación de la ley Bases es una derrota política, pero además hay procesos de judicialización y persecución a los movimientos sociales, y numerosos despidos. Los despidos terminan con la fuente de ingresos de trescientos mil de trabajadorxs, pero además golpean cuerpos de delegados y el trabajo acumulado de miles de activistas territoriales y sindicales.
En esa situación de desconcierto lo único seguro es que, apostar nuestra suerte a la política de la derecha avergonzada es un gravísimo error. La simulación o la exposición cruda de los objetivos de la derecha no son más que jugadas tácticas. Las acciones que precedieron y facilitaron la llegada de Milei al gobierno, y el apoyo posterior deberían ser suficientes para concluir que: “Con ellos no se puede”. Cuanto más lejos, mejor.
Fuente: https://tramas.ar/2024/06/29/la-ley-bases-y-las-falsas-expectativas-en-la-derecha-avergonzada/