En Trelew, un hombre que habitualmente realiza changas y que en los últimos meses pasa días enteros sin poder trabajar, intentó robar en un supermercado una bandeja de carne por un valor apenas superior a los 6.000 pesos. El personal de seguridad lo advirtió en las cámaras, pasó la línea de cajas y la Policía lo detuvo por tentativa de hurto.
El caso tuvo repercusión porque fue publicado por un medio de esa ciudad. En función del caso se conoció que por estos días el 20% de las audiencias de control de detención en esa ciudad chubutense son por este tipo de hurtos en supermercados. Hay un aumento exponencial de este tipo de casos, que en su mayoría puede encuadrar en lo que se denomina “hurto famélico”, como consecuencia del agravamiento de la situación social. Según un estudio de la Universidad Torcuato Di Tella, la pobreza en la Argentina alcanzó en el primer trimestre del año a 22,6 millones de personas. Ese número implica que desde diciembre del año pasado se sumaron 3,2 millones de nuevos pobres debido al impacto de la inflación en el poder adquisitivo. No hay números respecto del aumento de la indigencia, que es la que suele provocar este tipo de comportamientos, pero se infiere que la tendencia es idéntica.
En la audiencia de control de detención, el hombre le dijo a la jueza que intervenía en el caso: “Me da vergüenza, ¿qué quiere que le diga? Hice lo que hice porque tenía hambre. Fíjese cómo está el país”. “Ustedes tienen trabajo”, dijo, refiriéndose a los funcionarios judiciales presentes en el acto. “Yo si no tengo trabajo un día, dos días, ¿qué hago? Si hubiese tenido plata, hubiese comprado la carne”.
El hurto famélico no está tipificado en el Código Penal Argentino, pero los magistrados pueden realizar una interpretación de esa índole en función de las circunstancias del hecho.
No hay estadísticas actualizadas respecto de los hurtos famélicos en Catamarca, pero en los partes de prensa que emite la Policía de la provincia se advierte cada vez más la repetición de hurtos en supermercados. No todos los hurtos de alimentos son famélicos, se entiende, pero un determinado porcentaje puede ser desencadenado por necesidades alimenticias de las personas.
La Justicia en general recomienda que este tipo de casos no lleguen a los tribunales. Si un guardia de supermercado observa que alguien se está llevando sin pagar un alimento, puede interceptarlo antes de la línea de caja. Si la traspuso, ya se trata del delito de hurto.
La solución de fondo por supuesto es evitar el estado de necesidad alimentaria extrema. En la Argentina este tipo de casos son cada vez más comunes, por la combinación de deterioro de los salarios, aumento del desempleo y falta de asistencia del gobierno nacional a los comedores comunitarios. Es imprescindible que el Estado no abandone a los sectores que gradualmente van cayendo en la pobreza, pero particularmente en la indigencia, que es un peligroso caldo de cultivo para situaciones de efervescencia social.
Fuente: https://www.elancasti.com.ar/edicion-impresa/hurto-famelico-n551863